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En esta entrevista, el ex ministro de Salvador Allende y protagonista de la Reforma Agraria chilena nos cuenta -desde su experiencia- el proceso político vivido en los años '60 y '70, así como los grandes desafíos pendientes en Chile. Además, nos comenta sus impresiones sobre los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría.

Juan Carlos Alano - Pascal Volker
Revista Entorno

 
 
Los gobiernos de la Concertación cayeron en aceptar todo lo que impusieron los Chicago Boys: el neoliberalismo como modelo económico para Chile.

Jacques Chonchol

E L PROCESO POLÍTICO HACIA LA REFORMA AGRARIA

Comencemos por usted, ¿cómo llegó a ser militante de la Democracia Cristiano y luego parte del Gobierno de Salvador Allende?

Cuando estaba en la universidad estudiando Agronomía -hacia finales de los años ’40- milité en lo que se llamó la Falange Nacional, un grupo que salió del Partido Conservador en la época de la candidatura de Pedro Aguirre Cerda y que no quisieron apoyar a Ross (candidato de la derecha liberal-conservadora) y apoyaron a Pedro Aguirre Cerda. Se constituyeron en un grupo joven de militantes en que estaba Frei, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Fuentealba, Gumucio, y otros más. Y esa juventud conservadora se transformó en Falange Nacional; y en una segunda generación de esa Falange yo empecé a militar, con Andrés Aylwin, Vicente Sota, Narciso Irureta, Alberto Jerez, Bosco Parra, etc. Tiempo después ese grupo fue creciendo y se transformó en la Democracia Cristiana.

Cuando llegó el gobierno de Frei, yo trabajaba en el sector agrario y me nombró vicepresidente ejecutivo de INDAP. No duré hasta el final del gobierno porque ahí tuvimos una crisis dentro del partido, estábamos divididos entre rebeldes, terceristas y oficialistas. Al final del gobierno empezó una discusión de cómo iba a continuar el próximo gobierno. Nosotros éramos partidarios de que para profundizar las transformaciones había que buscar una alianza con las izquierdas; y otros no, los que eran freiistas. A raíz de eso, hubo una junta nacional que se decidió por dos votos en la línea de Frei. Y ahí la juventud, algunos parlamentarios y otros militantes, nos salimos y constituimos el MAPU -Movimiento de Acción Popular Unitaria- con la idea de seguir luchando por la unidad con la izquierda. Después el MAPU entró con otros partidos, el Partido Socialista, el Partido Socialdemócrata, el Partido Radical y el Partido Comunista y otros más, a la UP, cada uno con un precandidato. A mí me tocó ser el precandidato del MAPU, pero en definitiva se eligió a Allende. Yo tenía buena relación con Allende y como seguía trabajando en el sector agrícola me nombró Ministro de Agricultura. 

¿Por qué antes de conformarse el MAPU ustedes consideraban necesario aliarse con la izquierda?

Porque había que profundizar los cambios. Nosotros habíamos elaborado dentro del partido un informe que se llamaba “La vía no capitalista del desarrollo”. Durante el gobierno de Frei se habían iniciado cambios importantes, la Reforma Agraria (RA), la Promoción Popular, había habido mejoras importantes en educación, en vivienda y en organización social, pero había que ir más adelante con los cambios. Y entonces en función de eso hubo una crisis al interior del partido, y ahí nos salimos y constituimos el MAPU. Después cuando estuvimos en el gobierno de la UP, tuvimos otra crisis, propia del MAPU, porque en el MAPU había dos tendencias. Había una parte del MAPU, que era Rodrigo Ambrosio, que querían transformarlo en un nuevo partido marxista, que no tuviera los defectos que tenían los viejos partidos marxista tradicionales; y habíamos otra parte que queríamos conservar la característica de partido cristiano. Entonces ahí nos dividimos y los que queríamos conservar el partido cristiano nos juntamos con otro grupo que venía de la DC, que había sido la base de la candidatura de Tomic y creamos la Izquierda Cristiana. Entonces seguimos en el gobierno pero ya no como MAPU, sino que como Izquierda Cristiana.

Se supone que, nominalmente, la Reforma Agraria empezó en el gobierno de Alessandri, la que se llamó ley del macetero, ¿por qué se le llamó así? ¿Y cuáles eran las críticas que ustedes le hacían?

Cuando llegó al poder Alessandri en el ‘58, no tenía la menor intención de hacer una Reforma Agraria. Pero el gobierno duró hasta el ‘64 y al comienzo de los ‘60 se encontró con una serie de problemas. El primero de esos problemas era interno, él estaba apoyado por una coalición que era el Partido Liberal y Conservador, que perdieron las elecciones parlamentarias del ‘61. Tuvieron que abrirse y entró el Partido Radical que era más abierto; eso en lo interno. Por otro lado había una presión que teníamos nosotros como DC y que también tenía el partido socialista y comunista, y esta era la necesidad de hacer una Reforma Agraria, que era indispensable. Y por otro lado, se encontró con un factor externo que era el siguiente: En el ‘59 triunfó la revolución cubana y lo primero que hizo fue una reforma agraria en la sierra, que después cuando tomaron el poder completamente lo hicieron en todo el país. Eso tuvo mucho impacto en América Latina. Al mismo tiempo llegó al gobierno de Estados Unidos Kennedy, y dijo “no podemos seguir con la vieja política de apoyar a los grupos más conservadores, tenemos que apoyar a los grupos modernizadores de América Latina”. Entonces inventó una política que se llamó la Alianza para el Progreso, que era pedirle por parte del gobierno de Estados Unidos a los gobiernos latinoamericanos que hicieran varias reformas, y entre ella la Reforma Agraria. Entonces Alessandri se encontró debilitado en lo interno y presionado en lo externo. Ahora la política de Kennedy tenía otra finalidad, que no se produjeran más revoluciones cubanas. Ahí Alessandri se vio obligado a plantear la idea de la Reforma Agraria que solamente vino a plasmarse en el ’62, casi al final de su gobierno, con una ley de Reforma Agraria, pero que no tenía voluntad política, era cubrir las apariencias, porque una buena parte de los parlamentarios del Partido Conservador y Liberal eran latifundistas. En el Partido Radical también había latifundistas, pero presionaban internamente porque veían que se producirían una serie de dificultades si no había cambios. Pero en concreto, desde el ‘62 hasta finalizar su mandato no se hizo casi nada, casi no se expropiaron tierras, se encargó a la caja de colonización que era un organismo que existía de antes que hiciera algunas colonizaciones, por eso que se le llamó la ley agraria de macetero, pero la verdadera reforma comenzó en el periodo de Frei.

EL PROCESO DE REFORMA AGRARIA, SUS IMPLICANCIA Y LIMITACIONES

¿Cuál es la diferencia que se dio en el periodo de Frei cuando se comienza la consolidación de este proceso de reforma?

Mucha, es decir Frei llegó al gobierno en noviembre del ’64, e inmediatamente el plan de la DC era la Reforma Agraria. También para eso presionaban el PS y el PC. En el ‘65  correspondía la renovación del parlamento y en esa votación la derecha fue barrida. El parlamento quedó dominado por la DC y por los partidos de izquierda. Se establecieron condiciones políticas mucho más favorables. Entonces Frei en el 64’ envió un proyecto de ley que era infinitamente más radical de lo que proponía Alessandri. Ahora, mientras salía esa ley se expropió con la ley de Alessandri, pero con una presión sobre los agricultores porque sabían que después venía una ley mucho más drástica. Y entonces se empezó a avanzar, pero lo que más se hizo fue en el segunda parte del gobierno de Frei, la ley se promulgó el ‘67, o sea del ‘67 al ‘70 se profundizó, y se profundizó aún más con el gobierno de Allende.

Durante la época de Frei hubo bastantes expropiaciones y también hubo educación para los campesinos y los hijos de los campesinos; ¿qué fue lo nuevo que trajo la Reforma Agraria en la época de la UP?

En el gobierno de Frei se expropiaron 3,5 millones de hectáreas. Por primera vez se hacía una Reforma Agraria importante en Chile, se nacionalizó el agua, no podía haber propiedad privada sobre el agua, todas las aguas eran Bien Nacional de Uso Público y el Estado tenía la obligación de redistribuir el agua según las necesidades del país. Se estableció un máximo a la cantidad de tierras que podía tener una persona que eran 80 ha de riego básico en el valle del Maipo o su equivalente en otras regiones; y nadie podía tener más que eso. Y otra cosa que en esa época fue un golpe muy duro, era que no se pagaban las tierras inmediatamente, se pagaban de 15 a 30 años plazo, con bonos de la reforma agraria, con un 10% al contado y a valor fiscal. O sea, el valor que habían declarado los agricultores para los efectos tributarios de pagar menos impuestos, que era 10 veces más bajo que el valor comercial en que ellos la transaban. Fue una ley muy radical con respecto a lo que había. Y al mismo tiempo en el INDAP, donde estaba yo, se organizaba a los pequeños agricultores, se les daba crédito a los agricultores familiares, se impulsaban cooperativas, y se empezó a organizar un gran movimiento sindical. Porque el mismo año de la ley de Reforma Agraria, con pocos meses de diferencia, salió la ley de sindicalización campesina que establecía que bastaba que 100 trabajadores se pusieran de acuerdo en una comuna, iban y conformaban un sindicato. Entonces empezó a acelerarse un gran movimiento sindical.

Luego, cuando llegó el gobierno de Allende se querían hacer algunas modificaciones a la ley del periodo intermedio. En la ley de Reforma Agraria tal como existía, cuando se expropiaba un fundo había un periodo intermedio que se llamaba Asentamiento; ese periodo intermedio se había pensado porque los campesinos sabían muy bien como cultivar la tierra, pero no tenían idea de cómo entenderse con los bancos, con las empresas de maquinarias, con las firmas comerciales. Entonces se pensó que en ese tiempo, que era de 3 a 5 años, se les iba a capacitar para que conocieran todo el manejo de la relaciones externas de la agricultura. Y después venía la entrega definitiva de la propiedad de la tierra que podía ser en propiedad familiar, indivisible por herencia para evitar el minifundio; en propiedad cooperativa; o por un sistema mixto. Ahora, cuando llegó el gobierno de Allende encontramos que esa forma transitoria tenía defectos, porque se hacía fundo por fundo y consideraba como primera prioridad a los inquilinos que eran aquellos trabajadores que por generaciones vivían dentro de los latifundios. Pero excluía a otros campesinos, a los medieros, a los afuerinos, etc. Entonces se quiso modificar eso y en vez de expropiar un solo fundo, se quiso expropiar varios fundos simultáneamente y hacer una unidad más grande que se llamó CERA, Centro de Reforma Agraria, y que duraba los mismos 3 a 5 años y después había que asignar. Pero eso no se pudo hacer modificando la ley porque el gobierno de Allende no tenía mayoría en el Congreso. Entonces decidió aplicar la misma ley, y se aplicó la ley a fondo y en los casi 3 años que duró el gobierno de Allende, se expropiaron 6,5 millones de hectáreas, el doble de lo que se había expropiado. Con eso prácticamente se terminó con el latifundio en Chile.

¿Qué otros problemas tuvo la Reforma Agraria durante el periodo de la UP?

En el gobierno de Allende surgieron nuevos problemas, y el principal problema nuevo era el tema Mapuche, porque la ley de Reforma Agraria no decía nada sobre los Mapuche, se les consideraba campesinos como a cualquier otro, y por lo tanto si estaban dentro de un fundo expropiado les iba a corresponder los mismo que a los otros. No se pensó que había un viejo problema que venía desde mucho antes, desde fines del siglo pasado que era la famosa “pacificación” de la Araucanía,  donde les quitaron todas las tierras a los Mapuche, las declararon tierras fiscales y las empezaron a rematar. Esas tierras se convirtieron en parte latifundios, y en parte, muy con la mentalidad de fines del siglo XIX, para traer colonos extranjeros, porque estaba todo este discurso de que los “indios eran flojos», que «no eran capaces» y que había que «mejorar la calidad de la población del país». Y con esas acciones, los Mapuche que antes no tenían practicamente propiedad privada, quedaron con el 10% de la tierra que antes habían dominado al sur del Bío Bío. Y ese porcentaje que eran 10 a 15% de lo que tenían antes, eran los famosos títulos de merced de tierra, que eran una cierta cantidad de tierra que le daban a un cacique con un cierto número de familias. Y muchas de esas tierras que les daban en merced, después los vecinos se los quitaban con argumentos legales o con lo que fuera. Entonces había una vieja reivindicación Mapuche de recuperar, ya ni siquiera lo que habían tenido antes, sino que recuperar las tierras de merced. Y ahí empezaron las ocupaciones de tierras. En parte, impulsadas por los propios Mapuche, y en parte impulsadas también por el MIR que se fundó en esa época, y que vieron la posibilidad de tener una base social -ellos no tenían una base obrera ni nada de eso-  con los mapuche. Empezaron una campaña de “Arauco vuelve a la lucha”, que derivó en una serie de conflictos hacia el final del gobierno de Frei y que se agudizaron en el gobierno de Allende. Entonces Allende trasladó por unos meses el Ministerio de Agricultura a Temuco, se expropiaron tierras por las causales que contemplaba la ley de Reforma Agraria, y cada vez que se expropiaba un fundo con tierras usurpadas, se devolvía a los Mapuche. Y con eso se logró recuperar más o menos unas 100 a 150 mil hectáreas. No se pudieron resolver todos los problemas porque muchas de esas tierras habían sido usurpadas muchos años antes. Se habían muerto los antiguos dueños, estaban divididas y ahora ya estaban en manos de pequeños agricultores. Y no le íbamos a expropiar a los pequeños agricultores porque no le íbamos a dar un argumento a la gente que decía que el gobierno de Allende quería expropiarlo todo para nacionalizar toda la tierra.

Entonces en el gobierno de Allende se profundizó la reforma agraria y se aceleró el movimiento sindical que ya había comenzado con Frei. Se organizó mucha más gente. Se trató de modificar esa forma intermedia, que era el asentamiento, por una forma más global. Se crearon los consejos campesinos, a nivel comunal, donde se invitaba a todas las organizaciones campesinas existentes a que participaran en un Consejo con los funcionarios del Estado para determinar la política agraria que había que aplicar en la comuna o en la provincia. Y bueno, después vino el golpe y ahí paró todo.

Y sobre las mujeres, durante la reforma agraria de los ´60 y el gobierno de Allende en los 70, ¿ustedes consideraron el problema del machismo o las tareas reproductiva de las mujeres?

No, eso fue mejorando poco a poco. Al principio había un machismo absoluto. Que era la tradición de la sociedad, inclusive los inquilinos; estaba el inquilino que era jefe de hogar, los hijos y las mujeres se dedicaban al hogar. No había líderes femeninas. Con el cooperativismo, con el sindicalismo, empezaron a aparecer y a tomar fuerza. Yo recuerdo cuando trabajé en INDAP y como Ministro de Agricultura, al principio los campesinos cuando tú eras autoridad y hablabas con ellos te miraban de abajo para arriba. Después te hablaban de igual a igual. Y ahí empezaron a aparecer muchas líderes mujeres. Hoy día con las temporeras hay muchas líderes mujeres. La mujer está tomando un rol mucho más sentido del que tenían antes. Antes había un machismo tradicional que permeaba toda la sociedad, tanto los grupos reaccionarios como los grupos populares.

LA NECESIDAD DE NUEVAS REFORMAS

Las reformas del gobierno de Bachelet -moderadas- encontraron, por una parte, una importante resistencia de los grupos empresariales, y por otra parte, no parecieron cumplir las expectativas de los movimientos sociales que las levantaron. Eso parece ser distinto al caso de la Reforma Agraria que fue una reforma exitosa. ¿Cuál fue la diferencia?

Yo le diría el clima de los años ‘60, cuando se hizo la RA, era mucho más avanzado que lo que ha sido en los últimos años de este país. Primero, porque dominaban por un lado la DC, que es un partido que tenía en ese momento un plan de acción muy avanzado. Más los Partido Socialista y Partido Comunista, que iban en el mismo sentido por así decirlo. Más la presión que venía de la Alianza para el Progreso. Y de todos los organismos internacionales, la CEPAL, la FAO, que decían los países para desarrollarse tienen que industrializarse. Y para industrializarse no basta con invertir capital, hay que tener mercado y si una parte muy importante de la población no constituye mercado, porque apenas les da para comer, entonces no hay posibilidad de industrializarse. Entonces, había una confluencia de factores externos e internos que hacían que el clima era mucho más favorable a los cambios que lo que fue después de la dictadura donde se instaló el neoliberalismo, vino la globalización y todas las demás cosas. Yo digo siempre lo siguiente; si Frei, que no era ningún exaltado, era más bien un hombre moderado, pero un progresista moderno, planteara las cosas que planteó en ese momento hoy día, lo tratarían de populista, de las peores cosas del mundo. Sin embargo, en esa época era normal. En ese sentido, se ha retrogradado el clima social general, con respecto a lo que fue antes.

Y en ese sentido, ¿Cómo fue la resistencia de la elite a este cambio en esos años?

Hubo grupos armados de la elite, fundamentalmente del Partido Nacional. Hay que acordarse de que en esa época también se acabó la relación del partido Conservador y el Partido Liberal y se fusionaron en el Partido Nacional. Y había grupos de Patria y Libertad, que eran mucho más exaltados en sus modos de actuar. Hay que acordarse de que a Frei lo trataron de “el Kerensky chileno”. O sea, el clima interno y externo favorable a los cambios, era infinitamente superior al que vino después, primero por la dictadura y luego con la post dictadura. La post dictadura permitió recuperar las libertades, terminar con los abusos, pero desde el punto de vista económico y social ninguna de las políticas que hubo después tuvo la fuerza y envergadura que habían tenido antes.

En esa línea, el clima social también lo construyen los partidos políticos de izquierda, o la DC en los ‘60, en el sentido de que educan, hacen trabajo de base, ¿Tú ves responsabilidad en los partidos de la transición en justamente no favorecer ese clima de organización popular, de movimiento social?

Yo le diría lo siguiente, los partidos antes como partidos eran mucho más activos. Los militantes de los distintos partidos, vivíamos en función del partido. Estábamos todo el tiempo trabajando. No había profesionales contratados por los partidos, como después pasó mucho. Los partidos en cierta manera se aburguesaron, antes muchos de los que hacían el trabajo en la base para las elecciones y todo, éramos los militantes del partido. Después vino la cosa de la propaganda y todo eso. O sea, había un clima muy distinto que el que se iba a producir después, con la dictadura y con el neoliberalismo que se instaló como creencia fundamental.

Habló un poco de este período de los campesinos con la ley de sindicalización campesina, que provocó una fuerte movilización y organización de parte de ese grupo social ¿Cuál es su diagnóstico sobre los campesinos hoy?

La dictadura suprimió la ley de reforma agraria y suprimió la ley de sindicalización campesina. Cuando se produjo el golpe había más o menos 300 mil campesinos organizados en sindicatos. Además, persiguieron a todos los dirigentes. A unos los mataron, a otros los metieron presos. Los campesinos fueron muy perseguidos, y también los mapuche. Y además, a los Mapuche les quitaron todas las tierras que les habíamos dado, y las empezaron a vender con el argumento de que eran tierras forestales y las compraron compañías forestales. Ahí empieza el auge de las compañías forestales.

Hoy día hay una muy débil organización campesina. Hay un fenómeno nuevo; por un lado, hay un proletariado rural en el cual participan cada vez más las mujeres. Porque con esto del desarrollo de las vendimias, de la fruta, todo eso, hay mucho trabajo de temporada y en eso se ha producido una feminización de la fuerza de trabajo. Las mujeres hoy en día participan mucho más que antes. Hay una organización, ANAMURI, Asociación Nacional de Mujeres Rurales, que es muy importante. Pero el sindicalismo hoy día no tiene ni la décima parte de la fuerza que tuvo antes. ¿Qué es lo que pasó con el golpe? Un tercio de las tierras se las devolvieron a los antiguos propietarios. Otro tercio las sacaron a remate, y las compraron intermediarios, vecinos, antiguos agricultores, capitalistas, etc. Y el resto, se lo dieron a los campesinos, excluyendo a los dirigentes, pero sin apoyo, por lo que a la postre tuvieron que vender sus tierras. Y hoy día hay una agricultura capitalista. Por lo menos hay una cosa que quedó de la RA, que desapareció para siempre, y es el antiguo latifundio. Era una oligarquía de la tierra que les daba poder económico, porque antes que hubiera industrialización la mayor riqueza era la tierra, no se desvalorizaba con la inflación, tiene una serie de ventajas. Era la mejor garantía ante los sistemas bancarios. Además, les daba un gran poder político. Hay que acordarse de que antes de la reforma electoral del ‘58, cuando había elecciones en los fundos, se juntaban a todos los inquilinos, les entregaban un voto marcado, los subían a los camiones y los obligaban a ir a votar. Y eso durante muchos años le dio mucho poder al partido Conservador y Liberal en el centro y al Radical en el sur; les daba poder político, poder social, poder económico.

¿Ahora no hay entonces una gran concentración de la tierra?

Hay concentración de la tierra, pero es una nueva concentración. No en mano de los viejos latifundistas, esos desaparecieron. Hoy en manos de compañías, o de grupos privados, o de inversiones extranjeras. A diferencia de lo que era el antiguo latifundio, son tierras mucho más productivas. Estas sociedades tienen una mentalidad más capitalista; piensan en la exportación. Desde el punto de vista productivo el país ha ganado. Desde el punto de vista social, hay enormes diferencias, y además se está produciendo un fenómeno que es la falta de expectativas en el campo, muchos de los jóvenes hoy día se van del campo. Y se produce, se acelera, el proceso de urbanización.

¿Qué le parece actualmente la nueva reforma al código de aguas que planteó el gobierno de Bachelet?

Creo que es muy débil. La dictadura privatizó las aguas. Se apropiaron de las aguas compañías forestales, compañías eléctricas, compañías mineras, o grupos de agricultores, tienen poder absoluto. La pueden negociar inclusive separada de la tierra. Eso, en ninguna parte del mundo existe. Eso era una gran conquista que tuvo la ley de Reforma Agraria que se perdió. La modificación al código de aguas trata de regular un poco esto, pero no lo termina. Yo creo que una de las cosas fundamentales para el destino de Chile es recuperar el control de todas las aguas, sobre todo con lo que se ha agravado la situación en los últimos años con la sequía y el cambio climático. Debiera volver a ser un recurso público y regulado, y sin derecho a propiedad.

En el siglo XIX, inclusive gente que defendía el libre mercado, hablaba de la nacionalización de la tierra, que era una obligación inclusive para el Estado capitalista moderno.

Hoy en día hay un extranjerización brutal, una extranjerización en manos de capitales. Si ustedes toman países en África, Abisinia, está todo comprado por países árabes y otros más, porque piensan que van a tener dificultades alimentarias en el porvenir, no tienen tierras suficientes por sus propias condiciones naturales, entonces aprovechan de comprar tierras en países en desarrollo para asegurarse el abastecimiento a futuro.

¿Ves ahí una lógica colonial?

Hay una lógica yo diría imperialista, en el sentido de asegurarse el abastecimiento, desde el punto de vista de ellos. Yo creo que hay que poner límites a la acumulación de tierras que se está produciendo, y a un fenómeno que también se está produciendo en Chile y que se está produciendo en muchas partes del mundo: la extranjerización de la tierra. Hay toda una política hoy día pensando en un largo plazo de países que tienen dificultades alimenticias, y que tienen mucha plata, de invertir en tierras en los países en desarrollo para asegurarse abastecimiento en el porvenir. Se está produciendo aquí en Chile, en Argentina para qué decir, en Brasil y en otra serie de partes. Hay que mantener el control nacional sobre las tierras que hoy en día están cada vez más en manos de compañías multinacionales o de personas dependientes de ellas.

¿Y cuál crees tú que debiera ser actualmente el rol del Estado en la política agraria del país? 

Primera cosa fundamental: defender la poca tierra que nos queda, porque hoy en día se habla mucho de que vamos a convertirnos en una potencia agrícola mundial; no tenemos la menor posibilidad con la poca tierra que naturalmente tiene Chile. No nos olvidemos que este es un territorio muy difícil, la geografía de Chile es una de las más contrarias del mundo para tener desarrollo agrícola, menos del 10% es tierra agrícola, y ese poco lo estamos perdiendo. Segundo, prohibir que se sigan haciendo plantaciones forestales en terrenos agrícolas, terminar con esta situación de que cualquiera puede comprar tierra y dedicarla a cualquier cosa. Mantener la idea de una agricultura diversificada de exportación. Nosotros tenemos una ventaja, somos una California del hemisferio sur, o sea estamos en verano cuando en el hemisferio norte están en invierno. Eso nos permite producir en el valle central de Chile una serie de productos, vino, hortalizas, etc., que podemos exportar en los periodos en que los precios son más altos, eso es una ganancia positiva. Tercero, poner límites a la concentración de la tierra. Y sobre todo, lo más urgente: el problema del agua. Hay que recuperar el control del agua para el Estado, eso es una cosa fundamental con todas las amenazas que se nos vienen encima.

Para cerrar, ¿Qué evaluación te merecen los gobiernos de la Nueva Mayoría y la Concertación?

Yo creo que los gobiernos de la Concertación cayeron en aceptar todo lo que impusieron los Chicago Boys: el neoliberalismo como modelo económico para Chile. El gobierno de Bachelet trató de hacer ciertas reformas, no sé si de forma correcta, pero hay necesidad de muchas más reformas. Creo que hay que replantearse que hay que tener políticas de largo plazo, una de las virtudes que hubo en esos años ‘70 es que había políticas de largo plazo. Industrialización: no puede haber un país desarrollado si no hay un país industrial, y para que haya un país industrial hay que invertir en la industria. Nosotros hemos vuelto en los últimos años a depender fundamentalmente del cobre. Dependimos del salitre, dependimos en algún momento del carbón, y pasamos a depender del cobre, y seguimos dependiendo del cobre. Yo creo que hay que hacer un esfuerzo de industrialización. La globalización ha abandonado muchos de esos esfuerzos,  porque se cree que es mejor traer productos baratos del extranjero que producirlos en Chile, y no puede haber país desarrollado sin industria. Eso fue un rol muy importante que tuvo la Corfo.Hay que acordarse de que la industrialización en este país comenzó con el Frente Popular, con Pedro Aguirre Cerda con la creación de la Corfo, Endesa, Enap, todas esas empresas que se privatizaron después, fueron creaciones del Estado. Había una visión de que era fundamental industrializarse, y que para industrializarse había que tener también mercado interno y que había que después buscar una integración latinoamericana para ampliar los mercados. Bueno, ahora estamos en la cosa de la globalización en que cada vez dependemos más de las multinacionales que toman las decisiones de imponernos un modelo desarrollo extranjero, y ese sentido se ha enraizado mucho en la política.

*Ilustraciones por José Coronado, 2018.

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