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Herminda González sobre la experiencia urbana de las trabajadoras sexuales

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Herminda Gonzalez es la presidenta de la Fundación Margen, organización de trabajadoras sexuales que, con más de veinte años de existencia, resume la lucha sin descanso de estas personas por legalizar y legitimar su labor.

Hoy, en su oficina, confiesa estar agotada por una dura semana de trabajo, que todavía no termina. En la noche toca salir a trabajo en terreno. Mientras se dispone a conversar está preparando un sinnúmero de emparedados para llevar algún refrigerio a las compañeras, para que aguanten la jornada nocturna.

En su discurso puede observarse cómo desde la militancia del trabajo sexual es posible ocuparse de asuntos de interés público, urbano y de connotación político-social.

Entrevista por Oscar Coronado y Kasia Olguín

 
 
Algún día la sociedad y los gobiernos van a pedirle disculpas a las trabajadoras sexuales por tanto daño al no reconocer nuestro trabajo.

Herminda González

Q uisiera preguntar para comenzar qué es para ustedes el trabajo sexual, ¿Cómo lo definen?

El trabajo sexual es un trabajo más, como cualquier otro, pero no es uno solo. Tiene que ver con que la gama es muy amplia. La trabajadora sexual no es solo la que se para en la calle. Se ha masificado con las compañeras escort, actrices porno; con la tecnología ha ido cambiando todo. Hoy día está evolucionando a través de las redes sociales. Están las páginas web, vía teléfono se hace sexo. Hay distintas compañeras y cada cual sabe cómo trabaja. Hay unas que se dedican a las fantasías sexuales, otras a trabajos eróticos. Está el voyerismo, el baile. Porque para el cliente no hay ninguna fea, chica, gorda, nada. Porque él anda buscando sexo y placer. El transó por tal cantidad de plata un servicio y eso es lo que se le ofreció y eso se hace. Y si quiere más, tiene que ir pagando por el servicio que la compañera le va prestando adicional. Si lo que el cliente está pagando es la compañía de la trabajadora.

 ¿Si tuviera que describir el perfil de mujeres que se dedican al trabajo sexual cómo lo haría?

Siempre se ha tenido el imaginario que las compañeras están todo el día dele-que-dele, las 24 horas del día teniendo sexo. Pero somos como cualquier persona. Hablamos por decirte de universitarias, de mujeres que han dejado su oficio, o que son tituladas y no encuentran trabajo. Está esta posibilidad de meterse al trabajo sexual y lo hacen. Lo tienen que ocultar porque esta tan estigmatizado este trabajo que resulta difícil asumir su condición delante de su familia. Pero tiene que ver con el estigma social que hay. Entonces como estamos en este rubro se supone que no podemos ser profesionales “¿Cómo una trabajadora sexual va a ser socióloga, psicóloga o abogada?” Y sí, las hay.

Nosotras cumplimos roles como cualquier otra mujer. Somos jefas de hogar, somos proveedoras, madres, hijas, hermanas, cuñadas, abuelas, estudiantes, licenciadas, tituladas. Y la gente sale con que “¡No, que son tratadas, no, que son víctimas¡” Las trabajadoras sexuales no somos víctimas de nada. Tenemos muy claro lo que queremos hacer y por qué llegamos solitas a esos sitios de trabajo. Hoy día podemos decir con orgullo que muchos de nuestros hijos son profesionales y nos sacamos la mugre trabajando, pero no porque no teníamos algo más que hacer. Yo he hecho de nana, cajera, asesora del hogar, pero ningún trabajo me di tanto como el trabajo sexual. Pude educar a mis niños en buenos colegios, llevarlos a la universidad y acceder a una casa propia. Pero porque me metí en una cooperativa y tuve que ver con otra persona que me hiciera un contrato para poder acreditar renta.

 ¿Les cuesta acceder en general a los servicios y bienes de consumo básico?

Los créditos hipotecarios son los más difíciles de acceder por que no se puede acreditar renta. Como no podemos decir “tenemos contrato o yo vivo de esto”, no lo tenemos. Y el tema es que si esto fuera regulado las compañeras podrían declarar sus honorarios como cualquier otro, ya fuera boleteando o con empleador.

Yo creo que algún día la sociedad y los gobiernos van a pedirle disculpas a las trabajadoras sexuales por tanto daño al no reconocer nuestro trabajo. Porque hoy día muchas de nosotras a veces tenemos que ir con alguna persona que nos invente un contrato para acceder a la salud digna o la vivienda. No queremos más eso, no queremos ocultar nuestra actividad. Porque es un trabajo como cualquier otro.

En su opinión ¿por qué su profesión incomoda en nuestra sociedad?

Tiene que ver con el estigma social y la discriminación que hay. No se han acercado nunca a conocer el trabajo de nosotras. Y porque hacemos trabajo sexual para tener mejores condiciones te tildan de prostituta, de mala mujer, mala madre, te ponen todos los peyorativos.

Siempre dicen que somos el foco de infección. “Son ellas las sidosas, las que contagian” al cliente. Pero ahora, con las investigaciones que hemos hecho con la red de América Latina y El Caribe (REDTRASEX) nosotras hicimos estudios de prevalencia en VIH y las que menos viven con la enfermedad son las trabajadoras sexuales. Acá en Chile hicimos estudios con la Católica, la Chile con Fundación Savia y en el país es lo mismo, porque las compañeras internalizaron el uso de condón como herramienta de trabajo y protección. Asimismo promovemos en todo el país el uso de condón femenino, para que la mujer trabajadora sexual o cualquiera, tenga la autonomía de cuidarse su salud.

Las trabajadoras sexuales de hecho somos las que más cuidamos. Las compañeras son tan cuidadosas con sus niños por ejemplo aunque ustedes no lo crean. Somos hasta más protectoras. Porque vemos que hay clientes que piden a compañeras que se vistan de niña chica o que se pongan uniforme. Entonces una también está alerta a esas cosas y se pone más aprehensiva.

En toda la sociedad nosotras vemos que el abusador puede estar fuera o dentro del hogar y en un segundo puede pasar cualquier cosa y no sabes a quien tienes en la casa, porque hasta los más cercanos o un familiar puede ser.

 ¿Es a través de esta experiencia del comportamiento masculino cotidiano que ustedes llegan a una posición feminista?

Tiene que ver con eso, tiene también que ver con el empoderamiento. Cómo nosotras hemos ido adquiriendo conocimiento, de porqué nos organizamos por un derecho que se nos ha negado toda la vida.

¿Cuál es la motivación de sus compañeras a preferir esta opción de trabajo por sobre otras?

Tiene que ver que sea mejor pagado. Tienes esa facilidad de que te puedes mover también. Porque las trabajadoras sexuales son itinerantes. No se quedan en un solo lugar o en una sola ciudad. Si ven un día que el trabajo está aquí malo en Santiago, van a regiones y se cambian todo el tiempo de lugar. Las que se quedan acá es porque tienen niños chicos, de diez para abajo, que nos los pueden dejar con alguien más.

Lo otro es que tienes más tiempo para la crianza de los hijos. Puedes hacer doble turno. Puedes estar en tu casa o en los quehaceres de tu casa. Hacer otros trabajos distintos. Ellas manejan sus tiempos. Tienen tiempo para poder llevar sus hijos al colegio. ¿Qué otra madre tiene esa posibilidad, habiendo horarios tan estrictos?

Yo les hablo a los fiscalizadores o autoridades municipales, les digo “¿qué les ofrecen ustedes a las trabajadoras sexuales para que dejen la calle? Denles un oficio donde ganen lo mismo que están ganando en ese espacio y con el tiempo para hacer todas sus cosas a la vez”. Se quedan callados, porque no tienen nada. Ofrecen estos cursitos de peluquería, de moda, que te sirven ¿para qué? Si hoy día no está dando para eso. O te ofrecían los famosos cursos de computación, porque con eso iban a optar a un mejor trabajo. ¿Y si no tienes internet en tu casa?

¿Qué sitios de las ciudades suelen escoger para trabajar? ¿Cómo los escogen?

Lo que se busca es donde está la gente con mejor situación. Sobretodo acá en la capital que llega mucha gente, hay extranjeros, muchos solteros. En regiones todas las compañeras viajan al norte porque está la minería. Pal sur porque está el petróleo y otras actividades. Hay muchas que se van a Pta. Arenas porque llegan hartas embarcaciones allá. Muchas veces las chicas van recorriendo todo el país junto con los barcos, viajan de Arica a Pta. Arenas y los mismos tripulantes les pagan para que los acompañen en cada puerto. Y pagan bien poh, como vienen como dos veces cada año entonces los van siguiendo y así tienen asegurada su plata.

Se van culturizando también, muchas han aprendido idiomas con los clientes, por atender extranjeros en los puertos. Han ido estudiando, porque no son nada analfabetas.

Usted ha mencionado que no es necesario instalar barrios rojos en el país, porque ya existen. ¿Qué proponen para que estos espacios sean dignos, seguros e integrados?

Tendría que ser este trabajo regulado y que hallan lugares dignos donde las chicas puedan trabajar. Que haya buenos barrios, porque en algunos lugares está todo rallado o se caen las puertas. Eso es indigno. Si hubiera un marco regulatorio sería distinto. Pero uno que salga de las voces de las compañeras.

Pero acá en Chile ya existen los barrios rojos, por ejemplo acá tenemos Bustamante, Emiliano Figueroa, Plaza de Armas, 21 de Mayo. Esos son barrios históricos que han existido toda la vida. Vamos nosotras visualizando que los espacios para ser adecuados y dignos tienen que estar sanitizados.

Hay que mejorar las condiciones donde ellas mismas están. Por ejemplo las calles. Que hayan zonas donde puedan trabajar bien, pero no necesariamente hablando de barrios rojos, también cosas para todas las personas. Si tú vas a un parque no hay ningún baño y la gente no tiene donde asearse. Si fueran los espacios tan civilizados como dicen ¿por qué no poner baños o hasta duchas? En Antofagasta por ejemplo entramos a un local. Las compañeras tenían seis duchas, un lugar donde podían comer, descansar y hasta rotar turnos. Eso debería copiarse en todos los locales.

Bustamante podría tener baños químicos y que los pasen limpiando todos los días. Porque cualquier persona, cuando tienes sus necesidades ¿qué haces? ¡La calle no más poh! Cuando vas de carrete no vas a un baño a veces. Ahí donde les pilla la gente orina. Pero solo a las compañeras les caen, el resto nada y eso es injusto. Cuando hay un hombre a las doce del día orinando en plena calle y pasan niños ¿ahí eso no es molesto? Hay una fijación con nosotras.

¿Han instalado esta clase de propuestas ante las autoridades y en procesos de ordenamiento urbano?

Lo hemos conversado con algunas de las autoridades que salían, pero hicieron oídos sordos. No llegamos a ninguna acuerdo. Decían que íbamos a hacer una mesa de trabajo y todo quedó en puro diálogo. No avanzamos nada. Esperamos que en este gobierno podamos lograr algunas cosas. Nosotras estamos hoy día armando un proyecto de ley. No podemos dejar de lado a las compañeras que prefieren trabajar en la calle. Porque captan clientes ahí. No es que hagan el acto sexual ahí mismo. Ellas no quieren deberle nada a nadie. Quieren cobrar su servicio para ellas y eso es válido. No les gusta trabajar encerradas.

¿Cómo es la relación de sus compañeras con las personas en lo cotidiano? ¿Se logran afianzar con la gente de su entorno de trabajo?

Hay muchas compañeras que les decimos qué por qué se quedan en tal sitio, por qué no se trasladan a tal o cual lugar y ellas contestan “porque estoy acostumbrada en este espacio, me siento resguardada. En la calle es más brígido” Entonces no las puedes sacar de ahí. Es su opción de vida. Ellas quieren trabajar en esos espacios.

Lo que pasa es que también las chicas pasan años trabajando en el mismo sector, van envejeciendo con los mismos residentes de los lugares. Hay chicas que todos los días pasa un señor y se saludan “que les vaya bien, cuídense chiquillas”. Porque las compañeras también cuidan sus lugares y más en el entorno donde están. Porque si ellas ven a un sujeto  desconocido ellas mismas llaman a la policía, porque ya conocen quienes viven por ahí en tal sector.

Claro, siempre va a haber una que otra familia que no les gusta porque hacen mal cartel, qué se yo. Siempre hay personas malvividas que todo les molesta. Que por un asado, que te fumaste un pito. Pero hay otras que aprenden a convivir, en comunidad. Es cosa de aprender a convivir.

¿Cómo trabajan para concientizar con los actores con que interactúan en el espacio público? Con la policía por ejemplo.

El año pasado estuvimos haciendo talleres a Carabineros. A la 1°, 2°, 3° y 4° Comisaria. Ahí vienen llegando carabineros nuevos recién graduados de la escuela y eran destinados allá. Fueron los primeros en capacitarse en sensibilización, en derechos humanos y conocieron realmente a una trabajadora sexual. Porque no las conocían. Muchas veces mis compañeras les decían “¿Cuántos son hijos de una trabajadora sexual y uds. no tienen idea, porque ella se lo llevó a la tumba y nunca se supo”? Muchas veces las compañeras vienen del norte o del sur ejerciendo el trabajo sexual y en su propio entorno no van a estar contándolo poh.

Y sus compañeras ¿logran calar esta consciencia, de tener noción de sus derechos y la necesidad de organizarse y luchar políticamente para defenderlos?

Logra entrar y yo creo que también las chicas por algo están viniendo. Están llegando más compañeras. Están llegando las actrices porno, las escort, las que se muestran en las páginas web; denunciando el proxenetismo que existe ahí, porque a veces te amenazan con que si te sales te van a exponer con todo el mundo. En esas cosas deberían fijarse las autoridades.

Pero hay más compañeras interesándose en la organización. Queremos formar un sindicato.

 ¿Cómo va ese proceso?

En eso estamos. Asesorándonos. Estamos potenciando nuevos liderazgos. Es necesario irse renovando. Nosotras ya vamos en descenso, así que hay que formar nuevas líderes. Las vamos a preparar vía Skype con la REDTRASEX. Preparándolas en talleres y potenciando todo el tema sindical, de estructura, de nuestras necesidades, nuestras motivaciones y aspiraciones. Porque al ya lograr sindicalizarnos vamos a hacer que nos reconozcan como trabajadoras.

¿Cuál sería el alcance de este proyecto?

A nivel nacional. Estamos tratando de tener un encuentro nacional el próximo año. En eso estamos. Aquí las vamos a reunir todas para formar un sindicato nacional. No vamos a trabajar con dueños de locales, con alguien que quiera hacer proxenetismo con las compañeras. Queremos la autonomía de las trabajadoras sexuales, que ellas decidan y tomen las decisiones para un trabajo en mejores condiciones. Porque siempre las condiciones laborales van cambiando, pero los abusos son permanentes en el tiempo.

¿Cómo se plantean el escenario actual donde se parece tender en algunas partes al conservadurismo, la discriminación o segregación?

Esta difícil la cosa, pero no solamente para nosotras. Para todos. Pero hay que poner el hombro, organizarse, luchar por nuestros derechos y salir adelante, porque solos no somos nada. Cuando uno lucha solo es muy difícil.

 ¿Qué tal es el apoyo de otras organizaciones fuera y dentro del país?

AMMAR es nuestra compañera argentina, estamos todas en red. Yo sé lo que pasa en Argentina, España, en Paraguay. Así vamos conociendo distintos lados. Mi compañera de Colombia, Fidela Suarez, la invitaron a Ámsterdam para charlar sobre derechos humanos. Este tema ya está saliendo, se está rompiendo el silencio.

Acá fuimos el otro día a escuchar a esta señora Silvia (Federici) y le hicimos la pregunta de qué pensaba del trabajo sexual. La compañera, una chica nueva, dirigente, fue al escenario donde Silvia y dijo “yo vengo en nombre de las trabajadoras sexuales”, los que estaban ahí no se quedaron callados; aplaudieron, apoyaron. Yo subí al Facebook la respuesta que hizo.

 Para finalizar ¿cuál creen ustedes es el mayor obstáculo que enfrenta su trabajo político?

El pez más grande, que se le va el negocio de las manos si esto se regula. Imagínate si esto se regula se les va de las manos a todos los proxenetas que hay, a los poderosos. ¿Y quienes tienen los negocios más grandes? Ellos poh. Todos están metidos. Todos son potenciales clientes y locatarios, aquí no hay diferencias de clase ni nada. El que tenga luquitas va a venir a buscar. Antiguamente tú sabias quien iba a cada lugar. Ahora con las redes sociales yo creo que es más oculto. Antes nosotras sabíamos quienes llegaban, aunque vinieran encubiertos, pero no podías decir nada porque si no venía la represión.

Pero en definitiva a nosotras no nos asusta tener plata o no tener, porque hemos sobrevivido. Una persona común y corriente no haya que hacer ahí, pero nosotras sabemos a dónde ir derechito porque clientes hay para todos los gustos.

* Foto por eldesconcierto.cl

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