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Antártica Humana

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C UIDADO CON EL PERRO (polaco).

En vez de abordar los aspectos físicos del paisaje antártico, hablaremos de su aspecto humano, de ese espacio mínimo que ocupamos dentro de un gran territorio blanco. Visto esto desde una expedición científica y en verano, tal vez termine siendo más notable de lo que se espera.

El estrecho de Magallanes, justo frente a Punta Arenas. Inevitable puerta antes del continente antártico. Sus aguas, a veces traicioneras, guardan nutridas historias de navegantes. Algunas célebres, otras olvidadas.


El estrecho Sur, para llegar a la Antártica. Los acantilados que caen sobre el estrecho de Magallanes, más allá del Cabo Froward son grandiosos. Están detenidos hace ya mucho tiempo y observan el transcurso del mar con ojos de anciano. Quietos, sonríen bajo los vendavales y sostienen con una estrecha pendiente la vida áspera que se da en este Sur.

Atravesando el mar de Drake. El transporte Aquiles se empecina para llevar los suministros a las bases chilenas del continente blanco. También lleva un puñado de científicos y de familiares de marinos.

El hielo avisa que cerca hay tierra firme, la isla Rey Jorge (para chilenos e ingleses), o 25 de Mayo (para argentinos), o Waterloo (para rusos), o la mayor del grupo de islas que constituyen la puerta de entrada a la península Antártica.

Cada mañana –a las 7:30 am- parte desde Talca el buscarril que arribará 3 horas y 24 minutos más tarde en Constitución. Hace 124 años salió de esta estación el primer ferrocarril buscando el Pacífico. El primero no llegaría hasta 1915.

Base chilena bahía Fildes. 24 horas desembarcando los suministros, el trabajo bajo condiciones meteorológicas inciertas debe ser eficiente y prolijo.

Base científica Copacabana (EE.UU). El pesado equipo (1 tonelada) que apoya las labores de un grupo de científicos en la Antártica por 21 días. La logística gestionada por INACH (Instituto Antártico Chileno) es compleja y se hace fundamental para el éxito en terreno.

El paisaje humanizado aparece como una isla, como un raro bastión inmerso en un paisaje casi virgen. Aunque antigua es la ocupación parcial de la Antártica, sigue estando restringida a los escasos trozos de tierra libres de hielo.

Estación meteorológica glaciar Ecology. Diversas son las labores de los científicos en la Antártica, el Tratado Antártico de 1961 firmado por 53 naciones, entrega libertad de investigación y promueve la cooperación para estos fines.

Refugio para el avistamiento de avifauna. La intención y el esfuerzo de los científicos por conocer la diversidad biológica de esta parte de la Antártica, no siempre va acompañado de una correcta infraestructura, la precariedad es sobrepasada entonces por las ganas de conocer.

Batimetría en la parte frontal del glaciar Ecology. Dentro de un escenario de cambio climático, conocer las condiciones meteorológicas en el glaciar es tan importante como delimitar sus posiciones frontales anteriores. El equilibrio de las grandes masas de hielo es sensible a los cambios en la temperatura atmosférica.

Área Antártica de protección especial. Existen áreas que están especialmente protegidas por su valioso ecosistema y por la biodiversidad que allí se desarrolla.

Huesos de ballena en las costas de la Bahía Almirantazgo. La primera ocupación humana de la Antártica fue con fines comerciales, los balleneros fueron protagonistas del primer acercamiento al duro clima de las latitudes australes. La “infame”, otrora gran industria ballenera, aparece oxidada y abandonada en las pedregosas costas.

La camaradería, una virtud. La camaradería en lugares inhóspitos y desconectados del resto del mundo, es una virtud infranqueable. Las diferentes bases que completan los lugares habitados en la Antártica son puntos donde esta virtud florece como una necesidad vital. Las condiciones de aislamiento extremo y el indudable frío llevan a las gentes de estos rincones a desarrollar un instinto especialmente aguzado en la conversación, es entonces cuando la transmisión de experiencias transcurridas en el día a día o bien en tiempos remotos se hace notable a lo largo de los diálogos.

Maquinaria Antártica. Cumple con las características que exige un clima rígido en invierno y cambiante en verano. Su principal labor es el transporte de suministros y personas en condiciones de nieve y agua.

Maquinaria Antártica. Si tuviéramos que imaginar algún otro sitio donde estas máquinas fueran útiles, tal vez pensaríamos en la Luna, o quizá en Marte, y es que de alguna manera el ambiente hostil que perdura a lo largo del año en la Antártica, se asimila a los imaginados fuera del planeta.

Tanque de almacenamiento de petróleo. La energía de las bases viene de generadores impulsados por petróleo, de ahí que sea importante el almacenamiento de grandes cantidades, sobre todo en invierno, cuando ningún barco puede llegar con suministros.

Base Capitán Pieter Lenie “Copa” (EEUU) en playa Copacabana, bahía Almirantazgo. En el continente antártico hay 41 bases permanentes y 43 bases de verano, siendo Argentina, Chile y Rusia los países con mayor presencia.

Base Carlini (Argentina) en península Potter.  A las personas que atraviesan el invierno en la Antártica, se les dice que “estuvieron” en la Antártica, para el resto será sólo una visita.

Base Henryk Arctowski (polaca) en punta Rakusa, bahía Almirantazgo. La cómoda base polaca recibe a sus visitas con admirable hospitalidad, cuestión que se agradece enormemente. Grandes anfitriones los polacos de la dotación Antártica 2016.

Después del temporal. Las ráfagas de viento llegan como pulsos helados que incomodan y mantienen alerta. Nos acostumbramos a lidiar con esta atmósfera tan inestable, no es posible confiar en su forma, todo se va tan rápido como vino, el viento sin embargo, se mantiene por horas y muchas veces por días. Amanecemos y todo es blanco.

En un ambiente donde lo no humano sobrepasa al humano.  Surgirá al fin el hombre libre que pueda caminar por las orillas de los continentes sin por ello avergonzarse ante la magnitud de los paisajes inertes. Podremos caminar resueltos sobre la áspera superficie de ciertas playas, mientras en el cielo se desencadenan tormentas y las nubes se acumulan amenazantes.

Iglesia ortodoxa en base bellingshausen (rusa). El frío y el aislamiento no son una excusa para olvidar la religión. Aunque más parezca un atractivo turístico para la poca gente que puede costear los viajes a la bahía Fildes, siguen realizándose misas y el sacerdote recibe gente diariamente.

Sea en chileno, en polaco o en ruso. El aislamiento y la lejanía fuerzan a la humanidad de la Antártica a recordar sus pueblos, sus ciudades y sus gentes. Los kilómetros que los separan son sólo un dato.

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