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Nuestros antepasados comenzaron a caminar hace alrededor de 5 o 6 millones de años. Existen muchas discusiones actualmente sobre cómo fue ese proceso. Consenso existe sí, en que ese caminar, nos permitió liberar nuestras manos para elaborar herramientas y cargar cosas, expandir nuestros territorios, mejorar nuestra alimentación, y recorrer largas distancias.

Por Patricia Kelly,
Centro de Estudios Arqueológicos e Históricos Aikén

 
 
Nuestros antepasados comenzaron a caminar hace alrededor de 5 o 6 millones de años, lo que eventualmente nos permitió liberar nuestras manos para elaborar herramientas y cargar cosas, expandir nuestros territorios, mejorar nuestra alimentación, y recorrer largas distancias.

Patricia Kelly

M uchos animales se mueven. Todos, en algún nivel, se desplazan. Su mundo puede ser un arbusto o un continente. Las golondrinas pueden atravesar de hemisferio norte a sur varias veces en sus vidas. Incluso algunas plantas viajan; como el polen de la yuca acarreado por polillas o las semillas de la araucaria que se polinizan gracias a la acción del viento (1). ¿Qué hace particular nuestro movimiento? Una de las características que se utiliza para definirnos como humanos, o, en nuestros antepasados, como género Homo, es el bipedalismo. El caminar sobre nuestras dos piernas, con el torso erguido y los brazos libres. Forma de movimiento que comenzó hace alrededor de 5 o 6 millones de años.

Existen muchas discusiones actualmente sobre cómo fue ese proceso, qué lo motivó, quiénes fueron nuestros primeros ancestros que caminaron, y cómo lo hicieron. La teoría clásica, que predominó largo tiempo, proponía que ambientes de sabana; más áridos, abiertos y sin árboles empezaron a dominar el este de África, obligando a nuestros ancestros a bajarse de los árboles y así a caminar (2). Más recientes investigaciones que han reconstruido el ambiente de ese período, plantean, en contraste, que el paisaje estaba cubierto de vegetación y árboles, y que fue en ese ambiente donde se empezó a desarrollar la postura erecta y luego el bipedalismo; que los primeros caminantes eran, en efecto, también trepadores de árboles (3).

Consenso existe sí, en que ese caminar, nos permitió liberar nuestras manos para elaborar herramientas y cargar cosas, expandir nuestros territorios, mejorar nuestra alimentación, y recorrer largas distancias. Cientos de kilómetros podían recorrer los antiguos pobladores de América para obtener recursos como rocas de buena calidad en la montaña o peces y moluscos en la costa. Por otra parte, no sólo desarrollamos la capacidad de caminar, sino de correr. Y se ha visto que esto último es fundamental, en tanto no somos los animales más rápidos, pero sí tenemos una capacidad notoria de sostener largas distancias corriendo.

La habilidad vista en maratonistas tiene un antecedente muy antiguo, que se sostiene hasta hoy. Se cree que esa habilidad de correr largas distancias, propia de los animales cursoriales –aquellos adaptados para correr largas distancias en velocidad-, fue motivada e incorporada como una estrategia de caza. Probablemente muy utilizada en el pasado, en tiempos más recientes se ha podido constatar dicha estrategia en diversos grupos humanos como los !kung del desierto Kalahari, al sur de África, y las comunidades Rarámuri o Tarahumara, del noroeste de México (4). Estrategias que ya no son, claro, la base de su subsistencia, y que incluso han sido explotadas desde un afán folclorizante por la ciencia y los medios en el caso de los grupos !kung y también nacionalista por el estado mexicano para los Rarámuri. La fama de prodigiosos corredores y sin más que ‘meras sandalias’ de los Rarámuri, fue relevada como emblema nacional y su actividad como “deporte indígena”, con el fin de reivindicar lo mexicano y posicionarlo internacionalmente, desde las primeras décadas del siglo pasado, hasta la actualidad. En los últimos años, tal explotación ha respondido además a fines comerciales (5). Los Rarámuri se encuentran en disputa con las empresas de tala de árboles de pino y roble de los bosques de su territorio ancestral, la Sierra Madre Occidental. Hace un año, Isidro Baldenegro, uno de sus dirigentes ambientalistas más notorios, fue asesinado (6). Así como Berta Cáceres. Así como Macarena Valdés.

Y tal folcklorización se justifica en parte por el evolucionismo unilineal que fundamentó la visión sobre la ciencia y la historia el siglo pasado, y aun nos intentamos sacudir. El surgimiento de la agricultura y la alfarería tradicionalmente se asoció el sedentarismo, y este se vinculó así al ‘desarrollo’ o ‘avance civilizatorio’. Pero se ha visto que no fue así necesariamente. No al menos en América ni en el territorio chileno; comunidades prehispánicas que fueron incorporando la cerámica y los cultivos de manera progresiva, siguieron viviendo fundamentalmente de la caza y recolección, y mantuvieron ciertos patrones de movilidad (7). A partir de estos planteamientos más recientes, se está cuestionando la visión tradicional que versaba sobre progreso y avance al abordar nuestra historia prehispánica, así como evidenciando nuestros sesgos al interpretarla y describirla. Nos convoca a complejizar y heterogeneizar la visión sobre las innovaciones, transformaciones y modos de vida de los grupos humanos, del pasado y del presente.

La historia de la humanidad puede ser entendida así, a partir de muchos movimientos. Partiendo por nuestros antepasados en África, poblando el resto del mundo, llegando al cono sur de América. Milenios después, movimiento en forma de colonizaciones forzadas desde el continente europeo a nuestras tierras americanas. Hoy el movimiento ha adquirido nuevas características. Algunos vuelan sobre aviones, navegan sobre barcos, se desplazan sobre ruedas. Se incorporan nuevas motivaciones, proyectos, conflictos y carencias que incitan el movimiento. No siempre voluntario. Muchas veces difícil. Pero seguimos caminando, así como lo hicieron nuestros antepasados, varios millones de años atrás.

Referencias

(1)Wilhelm de Möesbach, E. 1992. Botánica indígena de Chile. Museo Chileno de Arte Precolombino.
(2)Dart, R. 1925. Australopithecus africanus: the man-ape of South Africa.//Wheeler P. E. 1994. The
thermoregulatory advantages of heat-storage and shade-seeking behavior to hominids foraging in equatorial
savanna environments.//Richmond et al. 2001. Origin of Human Bipedalism: The Knuckle-Walking Hypothesis
Revisited.//Cerling et al. 2011.Woody cover and hominin environments in the past 6 million years.
(3)Haywood, A. y Valdes, P. 2006. Vegetation cover in a warmer world simulated using a dynamic global vegetation
model for the Mid-Pliocene.//Thorpe et al. 2007.Origin of a human bipedalism as an adaptation for locomotion on
flexible branches.//Crompton et al. 2008.Locomotion and posture from the common hominoid ancestor to fully
modern hominins, with special reference to the last common panin/hominin ancestor.//Senut et al. 2018.
Palaeoenvironments and the origin of hominid bipedalism.
(4)Carrier, D. 1984.The Energetic Paradox of Human Running and Hominid Evolution.//Kummels, I. 2013. Indigenismos
populares y transnacionales en torno a los Tarahumaras de principios del siglo XX: la concepción de la
modernidad a partir del deporte, la fotografía y el cine.
(5)Lorena Ramírez, mujer Rarámuri, gana ultramaratón. El País, 19/05/17.
https://verne.elpais.com/verne/2017/05/18/mexico/1495129378_181922.html //Un ejemplo entre varios, ocurriendo
2017 y 2018: Carrera Tarahumara organizada por empresa estadounidense Home Depot
http://www.homedepot.com.mx/comprar/es/coapa-del-hueso/carrera
(6)La lucha de la etnia Rarámuri o Tarahumara por la que fue asesinado el ambientalista mexicano Isidro
Baldenegro. BBC Mundo, 22/01/17.
(7)Planella et al. 2005. Alero Las Morrenas 1: evidencias de cultígenos entre cazadores recolectores de finales
del período arcaico en Chile central.//Méndez et al. 2009. Movilidad y uso del espacio entre cazadores
recolectores tardíos en espacios cordilleranos del Norte Semiárido de Chile.//Planella et al. 2011. Sitio El
plomo y nuevos registros de cultígenos iniciales en cazadores del arcaico IV en Alto Maipo, Chile
central.//Troncoso et al. 2016. Dinámica espacial y temporal de las ocupaciones prehispánicas en la cuenca
hidrográfica del río Limarí (30° LAT. S.)

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